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lunes, 15 de mayo de 2017

El Modo de Caminar Solo



Ante la vida, siempre deberemos afrontar decenas de situaciones las cuales nos irán forjando nuestro carácter y además irán mostrándonos el camino que deberemos seguir para lograr la máxima iluminación personal, llámese metas, objetivos, sueños, etc. Sin embargo, todo este tipo de acciones los vamos viviendo con nosotros mismos y nadie más, a no ser que tengas otro ser en tu interior que no seas tu mismo, lo cual dudo mucho.

Por tal, desde mi juventud mi tercer Sensei en el Kendo nos enseñó el Modo de Caminar Solo, que se trata de las 21 máximas de Miyamoto Musashi, las cuales van enfocadas con la filosofía del Bushido y el Libro de los 5 anillos. Estas máximas son escritas días antes de la muerte de Musashi, donde en sus últimas reflexiones se da el tiempo de escribirlas y heredarlas a las futuras generaciones que le sucederán en el camino del Guerrero y no solamente a los guerreros de armas, si no también a aquellos que enfocarán su vida a un estilo de honor, sabiduría y respeto a otros y a sí mismo para lograr el máximo conocimiento.

Se los comparto, pues en mi han estado desde que fui muy joven y que seguramente a más de uno le serán de su atención.

  1. No des la espalda a los diferentes caminos y formas de este mundo.
  2. No pongas prioridad al placer físico.
  3. No intentes confiar en algo.
  4. Considérate superfluo, y al mundo profundo.
  5. Jamás pienses en términos adquisitivos o con fin de lucro.
  6. No lamentes cosas acerca de tu vida personal.
  7. No envidies el bien ni el mal de otros.
  8. No lamentes partir a algún camino.
  9. No te quejes ni te sientas mejor acerca de ti ni de otros.
  10. No tengas corazón al acercarte al camino del amor.
  11. No tengas preferencias.
  12. No guardes esperanzas para tu propio hogar personal.
  13. No tengas predilección para la comida que es deliciosa para ti.
  14. No cargues antigüedades que te han heredado de generación en generación.
  15. No te apresures si te afecta físicamente.
  16. Mientras es diferente con el equipo militar, no te aferres a las cosas materiales.
  17. Mientras camines, no envidies a la muerte.
  18. No tengas la intención de poseer valores de alguien más en tu vejez.
  19. Respeta a Dios, pero no dependas de él.
  20. Aunque pierdas tu vida, no pierdas tu honor.
  21. Nunca te alejes del camino de las Artes Marciales.

martes, 4 de abril de 2017

CUENTO ZEN: El Monje Escoba



Éste era un joven muy simple y pobre, no tenía nada para comer ni tampoco sabía leer o escribir, mucho menos tenía un nombre como tal.

Vivía vagando y pidiendo limosnas, pero un día en sus caminos de vagancia, percibió un aroma que inmediatamente abrió su apetito, dónde emanaba este delicioso aroma. Así, en su forma y tono desesperado de tocar la puerta, un monje budista abrió la puerta con recelo y le observó:

-¿en qué le puedo ayudar, hermano? -dijo el monje

-Señor, no tengo hogar ni moneda alguna, ni mucho menos he probado alimento alguno en dos días, ayúdeme por favor.

El monje se quedó pensando un momento y le dijo: -Está bien,pasa hermano, en un momento te traigo un poco de pan y frutos frescos del huerto. Así, el monje volvió con el pan recién horneado que emanaba tal aroma y frutos. El humilde hombre dijo:

-Gracias, buen hombre. Es usted un santo, me gustaría quedarme a ayudarles y así tener un pedazo de pan diario. Haré lo que sea, lo suplico.

El Monje lo pensó, fue a hablar con el maestro y regresó con el maestro a presentarle el hombre humilde. El maestro lo observó y dijo:

-Veo que eres un hombre humilde pero de buen corazón, te acepto en mi monasterio, pero deberás trabajar todos los días en lo que yo te diga

-Sí, maestro. ¿le puedo llamar así? Prometo hacer lo que usted me diga, a cambio de un pedazo de pan, agua y un rincón con paja

Así, el maestro se fue a una habitación y sacó de ella una escoba. Se la extendió al humilde hombre y él la tomó.

-Te encargo que barras el monasterio y sus patios, todos los días, que siempre quede limpio de polvo pues los vientos lo ensucian seguido.

-Así será, maestro. El hombre entonces comenzó a barrer inmediatamente con la energía de joven que tenía. 

Así pasaron las semanas, los meses y años, el joven simple se afanó en barrer con esmero el monasterio durante todos los días de su vida. Si llovía, nevaba, con calor y viento, en enfermedad o cansado, el joven simple no dejó nunca de barrer con su escoba y esmero el monasterio. Nunca antes estuvo tan limpio el monasterio. 

Un día, el maestro percibió en "el monje de la escoba" como si algo emanara de él. Vio algo en lo que antes no había reparado, acostumbrado como estaba de verlo diario por años,casi formando parte del paisaje del monasterio,  se acercó a él, lo invitó a dejar la escoba un momento y le propuso algunas preguntas de contenido espiritual.

Minutos después, el maestro unió las manos sobre su pecho y se inclinó ante el humilde monje, con una profunda reverencia dijo:

-He descubierto a un iluminado.

El maestro, asombrado le preguntó al monje humilde: 
-¿Cómo lograste este estado? Tu no has recibido la enseñanza de maestros, ni has leído las escrituras antiguas. Tampoco has meditado por largas horas junto a los demás monjes, solamente te has dedicado a barrer el monasterio todos los días, mañana y tarde. El monje escoba entonces contestó:

- Dices bien, querido maestro. Pero mi mejor maestro ha sido la escoba que me diste tu hace muchos años, que me mostró el valor del silencio, de la unidad y del servicio. Mis escrituras han sido el polvo seco del verano, las hojas de otoño, las lluvias de primavera y la nieve del invierno. Y mi meditación ha estado siempre presente en la intención de barrer lo mejor que he sabido y he podido para comer.

Así, con estas palabras, el maestro se retiró en silencio, y el monje humilde continuó barriendo con su escoba. 

domingo, 29 de enero de 2017

El Ocaso de un Guerrero...





El tiempo ha pasado, el sonido imborrable de desenvainar la Katana no suena más, solo memorias pasan como nubes que se lleva el viento.


Amigos que ya no están, combates que no se repetirán, y duelos que no se realizarán, ruedan ahora en una lagrima en mi mejilla que suelo disfrazar con una sonrisa, y mi cuerpo es testigo con sus melladuras a lo largo de mi alma.


Esos días de gloria cuando caían al suelo abatidos de un solo golpe, cuando la sangre y el sudor eran uno solo, y todo tenía sentido.


Vi florecer el ciruelo con su suave y delicado aroma que el viento se ha llevado ya, sólo para mi guardé en mi memoria su bello recuerdo.


La sangre no fluye más, y ahora está en paz, ahora de aspecto suave, mi último aliento se ha llevado el viento, dejando atrás un recuerdo, una espada rota...

martes, 25 de octubre de 2016

CUENTO ZEN: El regalo


Cerca de Tokio vivía un gran samurai, ya anciano, que ahora se dedicaba a enseñar el budismo zen a los jóvenes. A pesar de su edad, corría la leyenda de que aún era capaz de derrotar a cualquier adversario.

Cierta tarde, un guerrero, conocido por su total falta de escrúpulos, apareció por allí. Era famoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para captar los errores cometidos, contraatacaba con velocidad fulminante.

El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Conociendo la reputación del samurai, estaba allí para derrotarlo y aumentar así su fama. Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío.

Fueron todos hasta la plaza de la ciudad, y el joven comenzó a insultar al viejo maestro. Arrojó algunas piedras en su dirección, le escupió a la cara, gritó todos los insultos conocidos, ofendiendo incluso a sus antepasados.. Durante horas hizo todo lo posible para provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró.

Decepcionados por el hecho de que su maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron:

– ¿Cómo ha podido usted soportar tanta indignidad? ¿ Por qué no usó su espada, aún sabiendo que podía perder la lucha, en vez de mostrarse cobarde ante todos nosotros?

– Si alguien se acerca a tí­ con un regalo, y tú no lo aceptas, ¿a quien pertenece el regalo? preguntó el samurai.
– A quien intentó entregarlo – respondió uno de los discípulos.
– Pues lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos – dijo el maestro. 
– Cuando no son aceptados, continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

lunes, 17 de octubre de 2016

Cuento Zen: El Clan de los Cuervos


En la vida de todo ser llega el día en el cual madura y pasa a ser miembro de la comunidad de los adultos. En esto los cuervos tampoco son ninguna excepción.

Un día ,tres cuervos jóvenes tenían que exponerse a una prueba realizada por los cuervos mayores que querían ver si los cuervos jóvenes estaban lo suficientemente maduros como para volar con los adultos. El jefe del clan le pregunto al primer cuervo:

“¿Que crees tu que es en este mundo, a lo que mas temor le deberían tener los cuervos?”
El cuervo joven reflexiono un instante y respondió: “La cosa mas horrorosa es una flecha, porque esta puede matar a un cuervo de un golpe”. Cuando los ancianos escucharon esto, encontraron que esta era una respuesta muy buena. Alzaron las alas y gritaron contentos. “Tu dices la verdad”, dijo el el jefe de los cuervos. “Te damos la bienvenida a nuestra comunidad”.

Luego el líder le pregunto al segundo joven: “¿Y que crees tu que es a lo que mas temor le deberíamos tener?” “Yo creo que un buen tirador del arco es mas peligroso que una flecha” dijo el joven cuervo. “Porque solo un tirador del arco puede dirigir la flecha hacia su meta y dispararla. Sin el tirador la flecha no es mas que un pedazo de madera, como la rama sobre la cual estoy sentado ahora”. Los cuervos estimaron que esta era la respuesta más inteligente que jamás habían escuchado. Los padres del joven cuervo gritaban de alegría y miraban al hijo plenos de orgullo. “Tu hablas con mucha inteligencia. Estamos muy contentos de poder acogerte en nuestra comunidad”.

Después el líder de los cuervos le preguntó al tercer joven: “¿Y tu? ¿Qué crees tu que es a lo que mas le deberíamos temer?” “Nada de lo que se ha dicho hasta ahora” dijo el joven pájaro. “A lo que mas se le debería temer es a un tirador novato”. ¡Que respuesta más rara! Los cuervos estaban confusos y sentían vergüenza ajena. La mayoría pensaba que este cuervo todavía no era lo suficientemente sabio como para comprender la pregunta. Hasta que el cuervo jefe volvió a preguntar: “¿Que es lo que quieres decir?” “Mi segundo compañero tenia razón; sin un tirador no hay por que temerle a una flecha. Pero la flecha de un buen tirador ira donde tiene que ir. Ósea que si se escucha el ruido de la soga del arco solo hay que volar a la derecha o a la izquierda para escaparle a la flecha. Pero nunca se sabrá a donde va la flecha de un tirador novato. Aunque uno se vuele, la posibilidad de que a uno lo alcance la flecha es igual de grande. Uno simplemente no sabe que es lo mejor, si moverse o si quedarse quieto”. Cuando los otros cuervos escucharon esto, entendieron que este joven cuervo poseía verdadera sabiduría, que podía ver detrás de las cosas. Hablaban de el con respeto y admiración y no mucho mas tarde le pidieron ser el nuevo líder del grupo.