Cuenta la leyenda que había una vez un cantero insatisfecho consigo mismo y con su posición en la vida. Cierto día pasó por su taller un rico comerciante. Cuando vio su alforjas llenas de monedas de oro y sus lujosas ropas, el cortador de piedra deseó ser como el comerciante. Si saber ni como ni por qué, se convirtió de repente en el comerciante, con todos sus lujos, con todo su poder y con toda la envidia y la aversión de aquellos que eran menos ricos que él.
Al poco tiempo pasó a su lado un alto funcionario llevado en una silla por sus asistentes y escoltado por un copioso séquito de soldados. Al ver cómo todos le reverenciaban, deseó fervientemente ser tan poderoso como ese funcionario. Una vez más, sin saber cómo, se vio convertido en él, poderoso pero temido y odiado por la gente a todo su alrededor.
Cierto día de verano, se sentía incómodo en su silla. Levantó la mirada al sol que brillaba en el cielo sin ser consciente de su presencia. ¡Qué poderoso era el sol! ¡Quería ser el mismo sol! Y en el mismo sol se convirtió, abrasando campos y cultivos, maldecido por agricultores, ganaderos y demás trabajadores.
Estaba tan orgulloso de su poder que no se percató de que una inmensa nube negra se colocó delante de él, evitando que sus rayos llegaran hasta la Tierra. ¡Pero cómo! ¡No podía ser! ¡Quería ser la nube! En la nube se convirtió y empezó a inundar todos los campos y cultivos que antes había abrasado con su luz. Pero no conseguía quedarse quieto en un sitio, el viento lo movía a su antojo, así que quiso ser el poderoso viento.
Entonces se convirtió en el viento, y disfrutó llevándose los tejados de las casas, rompiendo las ramas de los árboles, siento temido. Pero no tardó en descubrir una enorme y altísima roca que no conseguía mover. ¡Esta roca es la más poderosa! ¡No puede moverla el viento! ¡No le afecta el agua de las nubes ni los rayos del sol! ¡Quiero ser esta roca!
Y, finalmente se convirtió en la roca, la más poderosa de la Tierra. Pero mientras estaba allí escuchó un mazo golpeando un cincel sobre sí mismo y sintió cómo lo estaban cambiando. ¡No puede ser! ¡Acaso hay algún ser más poderoso que yo! Bajó la mirada y asombrado vio a sus pies cómo trabajaba un humilde cantero.
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