Una vez, en algún lejano tiempo a este día en el que estoy escribiendo esto, caminaba por el bosque de Iguala conociendo un terreno nuevo, una pista en el cual iba una semana después a recorrerlo con mi adorada Valkyria (una bicicleta de montaña) en la que sería mi última competencia de nivel internacional de ciclismo de montaña, y del que no me fue muy bien que digamos...
"Tantos arboles", me dije, tanta naturaleza que nos rodea y de la que pasamos desapercibidos la mayor parte del tiempo. Cada día que respiramos, es gracias a esos mudos pero titánicos testigos de nuestro día tras día, de nuestras sonrisas, de las preocupaciones, de los recuerdos de una tarde de amigos o de algún percance sufrido.
Al volver al hotel en el que me hospedaba, al centro de Iguala, que colindaba con una heladería de nombre muy famoso; La Michoacana, tuve que desalojar unas pequeñas piedras que conmigo llevaba en el tenis (zapatilla) y que me estaban lastimando y luego entonces me pregunté: ¿cuánto tiempo debió pasar ese pequeño fragmento de piedra para terminar dentro de mi calzado? supongo millones de años y proveniente tal vez de una gran peña que se alza en la punta de una de las miles de montañas de la Sierra Madre Occidental.
Se dice que cada cosa que hacemos, cada movimiento de nuestro cuerpo y cada paso que un ser vivo produce en este mundo, lo estamos cambiando. Cada piedra que llevamos, cada árbol que plantamos o derribamos, cada paso que mis pies en la húmeda tierra del bosque de Iguala daban, cooperamos para transformar el mundo. Sin embargo, creo que se necesitan millones de pasos para cambiarlo y que sea evidente, o vivimos con ese deseo de cambiarlo y solamente damos pequeños pasos en la tierra húmeda y entonces nos conformamos con llevar pequeñas piedras, teniendo la esperanza de un día llevar suficientes piedras pequeñas para volver notorio algún cambio...
Es posible que la vida no nos sea suficiente y pasemos repitiendo éste mismo patrón incesantemente, o probablemente tengamos que cambiar la ruta y obtener piedras más grandes, cruzar ríos en vez de tierra húmeda y trepar un árbol para obtener uno de sus frutos en lugar de derribarlo... No sé, quiero pensar que un día de estos, por mera causalidad y no casualidad, uno de mis pequeños pasos se tope con la piedra más grande que haya que mover...
0 comentarios :
Publicar un comentario