viernes, 16 de diciembre de 2016

Ventanas a Casa




Una profesora mía de la infancia me decía siempre con tono de desagrado al verme distraído en las ventanas del salón de la primaria: "si te quedas viendo demasiado tiempo por las ventanas, no llegarás muy lejos"

Y así, un día despiertas de tu cama y ves un techo blanco algo gris por el polvo, una lampara blanca, escuchas los sonidos del ambiente de cualquier ciudad: ambulancias, gente, transporte público... Estás iniciando un día nuevo, el comienzo de otra carrera contra el tiempo para lograr concluir tus objetivos a corto y largo plazo. 

Pero este día, es un día especial, es como el aderezo de las carnes, la salsa de unos deliciosos tacos al pastor, hoy sabe diferente el día, pues es la última vez en un prolongado periodo de tiempo que veremos ese mismo techo y aquella lámpara que cuelga en él.

¿por qué digo esto? Ya se darán una idea, pues al voltear al resto de la habitación hay tres maletas listas para ser transportadas y arrastradas hasta un punto. Es el día en que estas maletas y mi persona se irán a otro viaje, un viaje diferente al de los otros realizados este año y que les he tenido oportunidad de narrar un poco de ellos. 

Un billete de vuelo reposa sobre la mesa, con un destino como cualquier otro, horarios, itinerario e indicaciones bajo un logotipo de una aerolínea muy conocida. El destino de éste billete se puede traducir como "Casa", o así le he escrito yo por debajo del nombre que ha sido impreso desde una terminal electrónica. 

Así es, hoy y después de un largo año, pero muy fructífero, nos vamos por un periodo de tres semanas a mi país que me vio nacer, crecer, desarrollarme y que me ha dado lo suficiente para soportar y crecer más lejos de él. Un viaje que esperaba a cuenta días en el calendario, un viaje que sabe a la comida que tanto he disfrutado, a abrazos con amigos, seres queridos y probablemente alguien más, a los aromas de sus pueblos y la sonrisa y calidez  de su gente, a su música de mariachi y ranchería, a sus colores de cada región y a sus pintorescas construcciones que hablan de épocas distintas. 

Es hora de tomar camino y que seguramente no será suficiente el tiempo, pues el deber llama, pero serán días bien disfrutados. Aun no tengo planes, solo quiero llegar, descender del avión y agradecer nuevamente a la vida por una vez mas permitirme volver a mis orígenes.

Es hora de caminar por los pasillos de un aeropuerto aun pequeño, pero moderno y complejo para tomar rumbo al destino. 

¡NOS VEMOS MUY PRONTO, MÉXICO MIO! y Hasta pronto, Chile, que el 2017 me esperes con más sorpresas y veamos dónde más.

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