"El mundo es redondo, y en cualquier lugar que te encuentres, podría ser el comienzo de un gran viaje"
Así, con estas palabras describo una de las sensaciones que si bien, formaba parte de uno de mis sueños que era el vivir fuera de mi país, no creí que fuera a experimentar tan de golpe.
Cumplo dos años de haber entonces abordado un avión, cuyo boleto comprado a través de mi contratista, me guardaría muchas experiencias, sensaciones, sentimientos nuevos, y un sin fin de pensamientos que no creí que fuese a tener en cierta forma.
Tal vez varios de ustedes ya lo han vivido, o han perdido ya esa sensación de hacerlo frecuentemente, no sé. Pero el día que me ofrecieron venir a proveer de mis conocimientos y servicios a un país, cuyo único común tenemos el idioma (y conquistador cultural), lo tomé de forma incrédula, es más, se burlaron de mi algunos amigos cuando les conté que me iba a venir a Chile, pues muchos conocen que antes de todo, yo prejuiciaba mucho el país y su gente en sí. Grave error, tonto de mi...
Miras atrás y ves que dejas amigos, familia, mascotas, recuerdos, experiencias, cosas buenas y algunas malas, bienes materiales (mi auto Babieca y mi campeona bicicleta de montaña Valkyria y mis espadas), un país un poco lastimado socialmente pero hermoso, lugares favoritos y secretos, mesas de tazas de café donde has compartido pláticas, plazas y parques donde probablemente caminaste con alguien, el barrio popular que te vio nacer y crecer, tus escuelas, mi comida que tanto amo y por supuesto, en donde profesionalmente me formé y me dio las herramientas para ser llamado aquí...
Pierdes algunas cosas y hasta personas, gente que decía ser mis amigos dejaron de hablarme, y otros reaparecieron con deseos de pulir asperezas... Humanos...
Pero miras por delante y desconoces lo que te espera... (además de mucho trabajo en oficina, eso sí), una nueva vida comenzaría, llegué con solamente dos maletas, una reserva de hotel del contratista y mucho apetito y cansancio del largo viaje de 8 horas pero eso sí, felicidad y listo para sorprenderme... Debo confesar que jamás había volado tanto tiempo ni había salido del país, pues mi pensamiento era conocer México antes que cualquier otro país.
Es un 7 de Julio que a las 5 A.M. desciendo del avión en el Aeropuerto Internacional de Santiago de Chile, donde hacía un gélido frío de -1°C, me recibe una ciudad fría, pequeña y nueva, pero que tiene deseos de resaltar y crecer a los niveles de las demás grandes ciudad de economías emergentes.
Una ciudad muy diferente, menor cantidad de gente, menor tránsito vehícular, pero más organizada por la misma razón. Peatones y automovilistas más educados, seguro, puedes andar por la noche en la mayor parte sin miedo ni problema (aún), tengo que reconocer. Chile es un país cuya economía es la más estable y creciente en LATAM y por tal, hay mucha oportunidad de explotar tus recursos y capacidades. Posee maravillar naturales, diferentes a las del trópico donde se encuentra México por el clima que posee, glaciares, formaciones gigantes de montañas por los Andes (de origen sísmico).
Tal vez he sufrido un poco con los alimentos, pues difiere mucho la gastronomía mexicana con la chilena, pero también tienen cosas con las cuales sorprenderte y además, su grandioso vino que no puedes dejar escapar de beber varias botellas y volverte un poco más conocedor de ello.
Sin duda, una buena decisión haber venido aquí, sin embargo, no es la última ni tampoco la más grande... a seguir disfrutando y veamos que nos depara la vida. Y cuando gusten, aquí tienen su casa.
PD. Si me visitan, tráiganme unos tacos al pastor, por favor.